Cúpulas

Cuánta belleza construida por nuestras manos que pasa tantas veces desapercibida. Caminamos a paso rápido, con miedo a perder el tiempo, cuando en realidad nos perdemos a nosotros mismos.

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A veces sólo basta con levantar la mirada para encontrarse de pronto absorto ante la belleza de una cúpula. Una cúpula con mil y un detalles que la rodean. Esa forma redonda, imponente, esa cubierta de infinitas teselas negras que la envuelven en un manto negro, línea grises que la recorren, aperturas en ojos de buey, y para coronarla, un baile de cariátides.

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La mirada continúa por el dorado de los ángeles y el barco como elemento central. Desde el pequeño jardín del Petit Palais hay una mesita con sillas que invita a seguir admirando este conjunto perfecto.

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